martes, 13 de octubre de 2009

5077. "El Gatopardo' rezuma psicoanálisis". Gioacchino Lanza, hijo adoptivo de Lampedusa, prologa la edición definitiva.


Fotograma de El Gatopardo, de Visconti.
Foto: EDITORIAL SIRUELA (el pais.com)

El Gatopardo es un libro mucho más impregnado de psicoanálisis de lo que parece. Le conmovió profundamente, por ejemplo, la lectura de Más allá del principio del placer, de Freud".





CARLES GELI - Barcelona

"Deseo que se haga cuanto sea posible para que se publique El Gatopardo (el manuscrito válido es el que figura en un solo cuaderno grande escrito a mano); por supuesto, ello no significa que deba publicarse a expensas de mis herederos; lo consideraría como una gran humillación", escribió sin poder evitar su orgullo de príncipe Giuseppe Tomasi di Lampedusa en su última voluntad, antes de fallecer el 23 de julio de 1957. Pocos días antes había enviado una carta a su primo Gioacchino Lanza, a quien había adoptado: "Querría pedirte también que trates de hacer publicar El Gatopardo". Lanza no tardó mucho en lograrlo, apenas dos años y al primer intento. Pero en puridad tardó casi medio siglo: tras una edición mucho más fidedigna de 1968, no fue hasta 2002 que apareció una versión en verdad definitiva, que incluía 49 correcciones y un apéndice con dos fragmentos: un pequeño añadido a un capítulo y El cancionero de la casa de los Salina. Desde entonces, sólo se imprime esa versión, que es la utilizada para las traducciones al extranjero. Ahora llega a España en castellano (Edhasa) y en catalán (Proa).

Lanza, poseedor del cuaderno original, dice que su único servicio a su primo ha sido "salvar a Lampedusa de los parásitos de su éxito". La verdad es que hizo muchísimo más: dio sentido a los últimos años de su vida. Se conocieron en Palermo en 1953 y frecuentaban la casa del crítico musical del Giornale di Sicilia. Aún hoy recuerda al matrimonio Lampedusa: "Era una pareja singular, especialmente la princesa, imponente y autoritaria; él era un hombre reservado, solitario, burlón. No sabíamos que su vida estaba a punto de iniciar su declive. Era pobre, pero estaba pertrechado con un anecdotario inagotable, si bien en parte inventado". Se citaban casi cada día, en el Caffé Mazzara, donde el príncipe llegaba sobre las once de la mañana. "Mi carácter era afín al suyo. Él era muy cercano a mis aprensiones. Como acabaría escribiendo: 'pertenecíamos a aquella clase social donde la comprensión secreta constituye las cuatro quintas partes del afecto".

La química fue tal que Lampedusa acabó tomándole parcialmente como modelo para construir el personaje de Tancredo, el joven sobrino del príncipe de Salina que encarna la nueva burguesía pujante frente a la decadente aristocracia en los años de la unificación italiana de Garibaldi. "Creo que vio en mí los trazos característicos y físicos de un modelo ideal en el que el sentido de la independencia y un comportamiento desinhibido se anteponen a toda virtud". ¿Y Angelica, la hija del rico burgués y futura esposa de Tancredo, se inspiró también en su mujer? "En cierto sentido sí, mi mujer Mirella era Angelica. Lampedusa no lo podía decir porque la hubiera ofendido y en una ocasión incluso lo negó tajante. Mirella era aguda y lo comprendió rápido. Era una mujer justa, de aquellas que creen que han venido a este mundo a cumplir una misión. Lampedusa y yo le debemos su auxilio en momentos difíciles de nuestras vidas".

Lanza también arroja luz sobre el sustrato autobiográfico del príncipe Fabrizio Salina con Lampedusa. "Su historia y la de su familia son apenas un punto de apoyo. Su abuelo, en el que se inspiró, era sólo un fanático sin cualidades especiales; el del libro es el Lampedusa que hubiera querido ser: el sabio que intenta hallar el sentido oculto de la vida, el que quiere que su paso por la tierra sea lo más sereno posible; la conciliación entre Eros y Thanatos... El Gatopardo es un libro mucho más impregnado de psicoanálisis de lo que parece. Le conmovió profundamente, por ejemplo, la lectura de Más allá del principio del placer, de Freud".

Discrepa de que las nuevas aportaciones sean de poco calado. "Sí, el Cancionero es un divertimento, un intercambio de agudezas con otro primo, el poeta Lucio Piccolo; pero la parte narrativa está a la altura de la novela".

¿La famosa máxima de la novela de que todo cambie para que todo siga igual, aún funciona? "No es cierto que las cosas no cambien", salta Lanza. "Todo cambia y conservar la memoria genera hoy un cansancio de Sísifo".

Para intentar arrancar a Lampedusa de su tendencia a la soledad, su esposa le empujó a seguir conversando con Lanza y el joven Francesco Orlando. De esas charlas salió el ofrecimiento de Lampedusa de dar unas clases informales de literatura inglesa a jóvenes discípulos. Dividió el curso en cinco partes, la primera de las cuales dedicó a Shakespeare. Estas reflexiones son las que ahora ha recogido la editorial NorteSur. Según Lanza, aún quedan cosas por publicar de su padre adoptivo. Así, cree conveniente una edición crítica que recoja "todas las variantes contenidas entre los diversos manuscritos". A la espera de eso, el lector español podrá leer pronto la primera parte del epistolario Viajes por Europa, 1925-1931.

Fuente: el pais.com

ENLACES:

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