sábado, 15 de septiembre de 2012

10398. Que abráis vuestros álbumes y me enviéis aquellas fotografías que guardáis como pequeños tesoros

Foto: Velasco


10. Fotografías que guardáis como pequeños tesoros

Yo llevaba casi cuatro meses entrenando y tenía muchas ganas de competir. Creía que ya había conseguido suficiente forma física para medir mis fuerzas con los atletas de la capital.
Así es que le propuse a mi entrenador participar, el día 31 de diciembre de 1965, en la segunda edición de la San Silvestre Vallecana.
Tomé la salida en debutantes, una categoría que no se programa actualmente. Esta prueba estaba reservada a todos aquellos corredores que nunca habían tenido ficha deportiva.
En cuanto el juez de salida apretó el gatillo salí como una flecha, como si fuera una carrera de cien metros. Volví la cabeza y observé que no me seguía nadie. Todos mis rivales se habían quedado muy lejos.
Enseguida empecé a sentir en las piernas los efectos de mi atrevimiento. Bajé el ritmo, hasta ir poco más que andando. Mis perseguidores me alcanzaron y me pasaron. Al final, haciendo un gran esfuerzo, conseguí ser segundo.
Me acababa de dar una gran paliza, fue muy impetuosa mi forma de correr aquella noche. Aprendí que no debería haber corrido tan alocado. Descubrí que la energía tenía que dosificarla.
El comportamiento que tuve, de salir tan rápido, lo repetí más veces en mi vida deportiva, pero fui cogiendo veteranía que me valdría para afrontar retos más difíciles. Yo tenía entonces dieciocho años, y ninguna experiencia.
Al día siguiente en el periódico Madrid publicaron los resultados de la carrera. Sentí mucha alegría al ver mi nombre y mi apellido impreso en letra negrilla.
La categoría absoluta la ganó Jesús Hurtado, del Real Madrid.
Recordar, restituir la memoria de lo que un día, hace ya muchos años, se fijó en mí, me está resultando de gran contento.
Desde esta página quiero haceros un llamamiento, a todos los que habéis estado o estáis en el club Atlético Getafe.
Que abráis vuestros álbumes y me enviéis aquellas fotografías que guardáis como pequeños tesoros, para que podamos volver a vivir aquellos momentos felices que tuvimos, y también se los hagamos vivir a nuestros amigos; que a mí me parecen tan lejanos en el tiempo, pero muy cercanos en nuestro recuerdo.


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10395. Tuvimos que enfrentarnos contra la indiferencia e incomprensión de la sociedad española de los años sesenta y setenta, nos llamaban locos

10389. Mi primer contacto con una pista de atletismo en Madrid, fue en las instalaciones del SEU de la Ciudad Universitaria

5492. Caminaba de pared a pared, con paso tenaz, inquieto, con las manos en la espalda, la cabeza hacia adelante, inmerso en sus pensamientos, sin molestarse en mirarnos ni hacer el más mínimo gesto que indicase que se había percatado de nuestra presencia

5475. Tuvo que pasar algún tiempo hasta que descubrí que aquel cronómetro, de 1964, no funcionaba bien cuando se corría con él en la mano

5445. Lo veía y no podía creerlo, el cronómetro se había parado en 10 segundos y 6 décimas. El récord de España, que tenía José Luis Sánchez Paraíso, de Salamanca, estaba en 10.4

5416. Nos alojamos en un Hostal del centro, y en la primera ocasión que tuve convencí a mi tío y a mi primo para que me acompañaran a la Relojería

5405. Dejé, encima de la cama, la maleta de madera, que cuatro años antes me había hecho el carpintero de mi pueblo, para viajar a Barcelona

5401. Eran las siete de la mañana, del día dos de septiembre del año 1965, cuando mi padre y yo caminábamos en silencio por la calle Barón del Solar

72. Cuenta mi padre, que se daban una buena tunda de correazos, volvían a sus casas calentitos, aunque siempre había que procurar dar y que no te dieran

71. Subía ella por la Plaza del Ayuntamiento, con su capazo de ropa apoyado en la cabeza. El agua le bajaba por la cara, empapándole la camiseta.

70. A mi abuela Serafina el trabajo se le acumulaba y no llegaba a tiempo de atender a sus diez hijos varones

69. Pidieron reunirse con Pedro de la Cruz, el Juez Árbitro, para proponerle que se cambiara la salida, que se corriera a favor del viento

68. Las piernas me pesaban como el plomo. Los brazos los movía sin control. La alegría de irme solo la pagué muy cara. Ya era tarde para rectificar

64. “El boina” nos había dicho que si no marchábamos bien nos descalificarían. El juez Arbitro Nacional Fermín Bracicorto, nos iba a controlar

61. Al estar situado cerca de la Ciudad Universitaria y del INEF, era el lugar idóneo, cuando no queríamos bajar a la Casa de Campo

54. El bigotes ganó la partida y el Campeonato. El premio que obtuve fue un tablero de ajedrez que habíamos comprado entre todos los participantes

53. No quería nada más que correr frenéticamente hasta no poder más, enfrentándome a la soledad y a la reflexión del atleta que trabaja muy duro

52. A medida que el tiempo iba pasando la fatiga aumentaba y el cansancio se apoderaba de nosotros, pero teníamos que continuar como pudiéramos

41. Muchos rostros nos dejan una profunda huella y otros nos son totalmente indiferentes. Para mí Carlos Pérez de Guzmán fue una persona excepcional

38. Había un jugador que me tenía realmente fascinado, este era el cubano Capablanca, que se había proclamado Campeón Mundial en el año 1921

27. Me fui a dormir con la cabeza muy revuelta. Estaba convencido de que acaba de hacer historia, la historia de mi vida

25. No me voy a ir de CESA, como tampoco me he ido de CASA. Me llevaré muchos agradables recuerdos que espero me acompañen durante toda mi vida

24. Conseguimos un acercamiento que se rompió con la distancia y los nuevos compromisos y responsabilidades que yo adquirí en mi nuevo destino

23. Seguí bajando a entrenar al SEU y al INEF, ahora con más asiduidad, porque ya me sentía parte de un grupo que me arropaba y ayudaba

22. En la calle Barón del Solar de Fuente Álamo, mi abuelo Blas, padre de mi padre, le había dejado un trozo de bancal que tenía junto a la casa

20. En la “cuadra del boina” estaban Pedro Molero, Adolfo Gutiérrez, Arturo Santurde, Ángel Santana, Pepe Verón (el Maño), José Luis García…

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